Sin Categoría

Construir la verdad nos permitirá pasar de la complicidad social con la guerra a el compromiso de construir una sociedad incluyente

Palabras de Wilson Castañeda Castro, director de Caribe Afirmativo, en encuentro con la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición en el marco de la versión 32 de la Feria Internacional del Libro

Es importante preguntarnos como sociedad civil ¿cuál es el papel de la verdad en la construcción de la paz? Y aparecen tres retos: transformar realidades, sanar corazones y reconciliar a la sociedad. Bajo la óptica de entender la verdad como catalizador del proceso de paz y la CEV como una herramienta para alcanzar la paz.

Y es que la verdad cataliza en tres dimensiones: en primer lugar, ayudar a entender el significado de responsabilidad más allá de lo penal, desde las narrativas sociales, a veces paralelas, de grupos poblacionales. En un segundo paso, ayudar a la construcción de contextos explicativos a partir de hipótesis explicativas (políticas, económicas, ámbito rural y urbano) para pensar, entender y planear el territorio, para promover el diálogo social con el objetivo de producir reconocimiento y promover el pacto y convivencia de comunidades y propiciar el cambio de imaginarios: la verdad no le pertenece a, se construye con y se vive. Y finalmente, entender que la verdad en el proceso de paz, debe tener tres condiciones: ser social, ser reparadora y ser contextual.

 

La sociedad civil tiene dos retos: entender que la verdad va más allá del relato jurídico y de la evidencia procesal y la urgente necesidad de posesionar la verdad como construcción colectiva y no como dogma de infalibilidad. Para ello, en nuestra labor colaborativa con la Comisión, responder a preguntas tales como ¿a quiénes llegamos? ¿a quién podríamos llegar? ¿a quién no somos capaces de llegar? ¿cuáles son los riesgos? ¿por qué no nos prestan atención?

 

Debemos convencernos y conversar a la sociedad de la importancia moral de decir la verdad, de promover procesos para pensar, discutir y posesionar, como clave de este proceso, los aspectos culturales y contextuales de los grupos poblaciones que deben ser tenidos en cuenta para hablar de la verdad.

 

En los territorios, se ha desarrollado un tipo particular de violencia, que responde a dos grandes líneas: por un lado, una relación socioeconómica entre el uso de la tierra y el agua; y, en segundo lugar, el establecimiento de relaciones de poder, con las disputas territoriales de clanes políticos y grupo al margen de la ley. Ello ha traído consigo impactos que no pueden desconocerse en términos de masacres, secuestros, etc., dando como resultado características estructurales compartidas.

 

  1. Diversidad étnica, cultural, social y ambiental en deterioro
  2. Pobreza estructural y desigualdad
  3. Clientelismo político
  4. Conflictos por la tierra y por el agua
  5. Modelo de desarrollo económico no diferenciado subregionalmente
  6. Proyecto político regional elitista y ajeno a los sectores sociales
  7. Nuevas y viejas formas de violencia

En términos de las personas LGBT, la paz debe implicar la garantía de no repetición y esto significa no solo silenciar las prácticas armadas y violentas, sino también la transformación de la homofobia y el sexismo estructural para que la violencia que se vive desaparezca y no cambie sencillamente de autores. Hay que prestar atención a todas las formas de violencia, marginalidad, reclusión doméstica, entre otras.

 

Estas violencias se ven exacerbadas en las personas LGBT, viendo prácticas como violación de mujeres lesbianas para corregir su “desviación”, a hombres gays para castigar su “falta”, violencia contra personas trans para denunciar su “desajuste”.

 

Por eso, para nosotros y nosotras, hablar de verdad es visibilizar: a) Los móviles prejuiciosos por los que fueron cometidas; b) Los contextos de complicidad social en que se cometieron; c) Los daños e impactos diferenciados que tuvieron en las víctimas; d) La precariedad de las respuestas estatales ante estas formas de violencia; e) La necesidad de de-construir los prejuicios socialmente arraigados en relación con las orientaciones sexuales, identidades de género y expresiones de género diversas para contribuir a las garantías de no repetición.

 

A partir de ahí nos comprometemos en contribuir a la verdad como sociedad civil:

 

  • Al Esclarecimiento. Para profundizar qué ocurrió en el conflicto e ir más allá de lo que se ha logrado a través de los estudios de universidades, comunidades, etc. Y el motivo de que ocurrieran estas violencias. ¿Qué tipología de violencia es la más importante? ¿en qué territorios tuvo mayor intensidad el conflicto? ¿grupos sociales más afectados por el conflicto? Rescatar el sentimiento de compadecimiento a las víctimas. Desarrollo del concepto de patrones de violencia para ubicar estratégicamente el trabajo en materia de esclarecimiento.
  • Al Reconocimiento. Derrotar el estigma que precedía las acciones de violencia hacia determinados grupos como los sindicatos. Un primer eje dirigido a la víctima y a rescatar la dignidad mancillada. Estar al servicio de reconstruir, resignificar y enfrentar estigmas que han sufrido grupos de víctimas de conflicto armado. Desde los grupos poblacionales incidir para caracterizar la tipología de las violencias. Un segundo eje enfocado en el reconocimiento de los responsables de las violencias. Se habla en clave de vergüenza restaurativa que implique asumir la vergüenza y culpa por los hechos cometidos. Y una tercera dimensión que aborde la sensibilización y conciencia de la sociedad para que participe.
  • A la Convivencia. Abordaje de los elementos culturales que propician, neutralizan la violencia, así como los que fueron afectados por la violencia. Estudiar los diferentes escenarios del ámbito social, como la familia.
  • A la No repetición. A través de alianzas entre sociedad civil, organizaciones, instituciones y CEV. Aprovechar las experiencias en territorio para mover a la institucionalidad en este sentido.

 

CARIBE AFIRMATIVO