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Colombia es un país transfóbico y sin condiciones para la vida digna de las personas trans y no binarias

El asesinato, en lo que va del año, de 13 personas trans, unido a la falta de garantías en la estructura estatal y social para superar el binarismo de género, hace más que pertinente que el Congreso de la República legisle y garantice una vida digna y acceso integral a sus derechos.

El pasado jueves 31 de julio, la Plaza de Bolívar en Bogotá y muchos espacios públicos del país se vistieron de amarillo para acompañar el acto ciudadano de la radicación en el Congreso de la República de un proyecto de ley de iniciativa popular que busca garantías integrales y servicios específicos para que, superados los obstáculos que afrontan a diario en el país las personas trans y no binarias, contemos con las garantías suficientes para que ellas puedan desarrollar sin restricciones sus proyectos de vida. Esta ley busca poner fin a la violencia con acciones de prevención e investigación, exigir al Estado activar acciones afirmativas y políticas públicas que acerquen derechos económicos, sociales y culturales de los cuales históricamente han sido excluidas, perseguir un compromiso en materia de salud pública que ofrezca un servicio no revictimizante y garantice el desarrollo de su libre personalidad, interpelar a la sociedad sobre el reconocimiento y la garantía de participación en todos los espacios para las personas trans y no binarias, y llamar a poner fin a esta estructura binaria, cisgénero, heterosexista y patriarcal que hace que las personas trans y no binarias sean vistas con desprecio e invisibilizadas en la sociedad.

Sin duda, el alto índice de violencia materializado en los asesinatos, la violencia por parte de la fuerza pública y las amenazas en el país, que sigue en crecimiento y que, como lo indican los informes de Caribe Afirmativo, muestra que las personas trans son las mayores víctimas de estas expresiones de aniquilamiento, es el detonante más preciso que obliga a abordar esta discusión de país de inmediato y aprobar este proyecto de ley, para darle herramientas al Estado en su deber de proteger las vidas de las personas trans y no binarias. El asesinato, el pasado 29 de julio, dos días antes de la presentación de este proyecto de ley, de Verónica, una mujer trans de origen venezolano en la ciudad de Medellín, es expresión de esta emergencia: a) Verónica, desde que llegó al país en 2018, venía siendo víctima de múltiples expresiones de violencia por parte de actores armados que la obligaron a desplazarse por varios territorios del país, haciéndola objeto de una doble discriminación: por migrante y por trans; b) tocó las puertas del Estado en muchas ocasiones, buscando atención y refugio, y no encontró servicios especializados con enfoque para personas trans, lo que la obligó a la habitabilidad de calle; c) la ausencia de acceso a bienestar, alimentación y condiciones dignas de trabajo la llevó a someterse a situaciones de alto riesgo en la comuna 10 de Medellín, entre el control ilegal del territorio y la ausencia de protección de las autoridades locales; d) los altos niveles de indiferencia social la condujeron a estar sola en el país, pues su familia sigue en Venezuela o emigró a otros países. Eran pocas sus redes de apoyo; solo en los últimos años se vinculó al proceso de Caribe Afirmativo, pero no contó con otros espacios de socialización.

En Colombia, la Corte Constitucional, con la sentencia C-324 de 2023, consideró que existe una discriminación estructural e invisibilización de los hombres trans y las personas no binarias. Esta sentencia abrió el camino para que, como ha sucedido en otros asuntos de jurisprudencia, el Estado colombiano lidere en esta materia. Si bien hoy muchas personas han logrado que en sus documentos se les reconozca como no binarias, el Estado ha incorporado asuntos normativos en temas como pensión y documentación requerida para la contratación, así como en algunos espacios de socialización se ha abierto el uso del lenguaje no sexista y la autonominación como acuerdo de la conversación, aún queda un proceso que no comienza en las instituciones del Estado para garantizar acciones afirmativas para que puedan acceder a servicios y gozar de sus derechos. Además, la sociedad debe superar el binarismo en la cotidianidad, lo cual hace difícil e incluso violento el espacio tanto público como privado para las personas no binarias.

Violencia, soledad y estigma social no solo allanaron el camino del final de la vida de Verónica, sino que son experiencias cotidianas de muchas personas trans en el país, que ven impotentes cómo los compromisos por avanzar, incluso del mismo movimiento LGBTIQ+, no consideran sus demandas. De ahí la importancia de que esta ley avance y no solo en lo nominal. Superar la violencia que a diario reciben las personas trans y no binarias requiere: a) garantizar y respetar su autodeterminación; b) protegerles de violencia en sus entornos cotidianos; c) formar y sensibilizar a las comunidades para que, lejos de estigmatizar y negar sus proyectos de vida, los acompañen; d) garantizar un acceso adecuado a la justicia con enfoque feminista que investigue las violencias de manera estructural y prevenga su repetición; e) activar acciones afirmativas para que puedan acceder a espacios laborales, educativos y culturales seguros y respetuosos de sus identidades; f) promover toda una reforma en el sistema de salud pública que garantice sus derechos, acompañe sus decisiones y cuide de su bienestar; g) trabajar en la cultura ciudadana para superar el binarismo y la naturalización de la clasificación que no permite avanzar; h) garantizar servicios en escenarios tanto urbanos como rurales que no condicionen los proyectos de vida de una persona trans o no binaria al lugar donde vive; i) promover la interseccionalidad como un principio rector en la atención y los servicios para que se asuma la realidad de las personas en su totalidad y cosmovisión; y j) extender acciones de atención a personas trans y no binarias en escenarios clave para el país, como la agenda de paz, la territorialización y la atención a las personas migrantes y refugiadas.

Efectivamente, este es un escenario político, entendiendo que busca el bien común, y el Congreso de la República es el lugar natural para dicha acción. En la legislatura pasada, vimos cómo este escenario, con un proyecto de ley como “Nada que curar”, que buscaba poner fin a la tortura infligida por las llamadas terapias de conversión, no solo no honró su compromiso de legislar, sino que permitió el debate de discursos de odio y afirmaciones mentirosas que, lejos de proteger los derechos de las personas LGBTIQ+, los pusieron en mayor riesgo. Esta legislatura tiene una nueva oportunidad para discutir tanto este proyecto de ley como la nueva iniciativa presentada por las personas trans y no binarias. Para ello, requerimos que se asuman las siguientes claridades: 1) que se debata en términos de derechos y no de prejuicios; 2) que no tengan cabida discursos promotores del odio o violentos; 3) que se realice de forma pública para que la ciudadanía pueda hacer el control respectivo; 4) que se ponga en el centro la vida y dignidad de las personas trans y no binarias; y 5) que se priorice en la agenda legislativa y se den las garantías necesarias para avanzar en los debates y la votación.

Que Colombia tenga una ley que garantice la vida digna e integral de las personas trans y no binarias no significa el fin inmediato de la violencia o la superación del binarismo, pero sí será el inicio de un proceso de transformación que el Estado y la sociedad requieren con urgencia para que todas las vidas importen, todas puedan ser vividas y ninguna despreciada. Por ello, exigimos que sea ley y que este ejercicio de iniciativa popular, que por meses llenó al país de amarillo en resistencia y transformación, se traduzca en condiciones integrales para un grupo de personas en el país que por años han visto sus vidas silenciadas y limitadas por la violencia y la invisibilidad. Como Verónica, hay muchas compañeras trans que hemos perdido y que hoy no están. Los hombres trans y las personas no binarias asesinadas no son contadas porque su memoria no ha sido honrada. Por ellas, en su recuerdo y por las futuras generaciones, necesitamos que este sea un lugar donde las personas trans y no binarias puedan vivir en paz. Ellas también son colombianas y requieren que este país les cuente y garantice sus derechos. Por eso, #SeraLey.

Wilson Castañeda Castro

Director

Caribe Afirmativo