Junto con el profesor José Fernando Serrano, el director de Caribe Afirmativo presentó las reflexiones del equipo sobre políticas de conocimiento sobre género y sexualidad en contextos de posconflicto y justicia transicional.
Buenas tardes, caribe Afirmativo, es una expresión de trabajo comunitario con y desde las personas LGBT de la región del caribe colombiano, con una estrategia de trabajo colectivo llamada “Casas de Paz”. En cinco municipios de esa región, hemos levantado espacios de ciudadanía desde las complejidades de los despojos del conflicto armado, hasta las culturas resistentes a la diversidad sexual y de género. Maicao en la Guajira, Ciénaga en el magdalena, Soledad, en el Atlántico, El Carmen en Bolívar y Montelíbano en Córdoba, son los espacios desde los cuales construimos un proyecto social y político para el reconocimiento de la diversidad sexual, identidades y expresiones de género. Nuestra apuesta: plantear conocimiento (activista) desde esas formas de emerger, construir y de construir sexualidad. Y el escenario: las apuestas para que el posconflicto y la cultura de paz, superen todo tipo de discriminación, hagan de la diversidad una riqueza social y de la igualdad un imperativo de la nueva sociedad.
En estos territorios, el conflicto armado hizo más difíciles las condiciones de vida de las personas LGBT, pero algunos de ellos, lejos de emigrar a las grandes ciudades; le apostaron a expresiones de resistencia y construcción de espacios, a pesar de las adversidades, unos fueron asesinados, otros desaparecidos, otros aleccionados para renegar de su orientación sexual, identidad o expresión de género, pero otros, – desafortunadamente muy pocos- sobreviven, y sin tener un lenguaje sistemático de superación del conflicto, ni de identificar a ciencia cierta el origen de la represión de la que fueron victimas, hoy le apuestan a completar su ejercicio ciudadano en la realidad de su territorio, su entramado cultural y social.
Proponer agendas de diversidad sexual identidades y expresiones de género, desde la reflexión territorial, para esclarecer la memoria y construir escenarios de paz, nos obliga abrirnos espacio en los entramados culturales, políticos y sociales que hacen que el dispositivo LGBT o de la diversidad sexual e identidades de género se de construya, reconstruya o reconfigure de manera diferente según la realidad del lugar, dejando de ser un espacio monolítico y globalizante, impuesto y en ocasiones cosificado desde el imaginario de lo urbano y desde el lugar de la clase media, y la igualdad legal; desde donde se han planteado la mayoría de las discusiones en Colombia, y hacer la pregunta en el contexto rural, deshabitado por el estado y con la cultura como espacio de contradicción: (dialéctica pobreza, marginalidad, abandono).
En estos territorios, no centrales, el sujeto que cuestiona los roles de género desde los territorios periféricos; lo hace atravesado por procesos de desarrollo desiguales. Ellos y ellas se reconocen en su vida cotidiana en medio de una gran diversidad cultural, étnica y sexual, que produce múltiples encuentros, desencuentros y debates frente a creencias religiosas y tradiciones con el territorio. Estas sociedades tienen una historia cargada de explotación, de dominación y opresión a quienes consideran rompen moldes preestablecidos. El patriarcado, el racismo, la heteronormatividad, la misoginia entre otras, han operado como sistemas simbólicos de opresión de las diferencias y se han constituido como dispositivos para establecer una idea “natural” del otro como inferior, anormal o abyecto.
Pero también, hay una historia en la que se convive con la generación de nuevos conocimientos, resistencias y construcción de alternativas para responder a esos dispositivos de opresión. Muchas de estas acciones han sido el bastión de la pervivencia de los sujetos diversos en dichos territorios, como Georgina en la Guajira, las trans de los carnavales y reinados o las mujeres afro lesbianas del Palenque; que han sido para la agenda LGBT, en los últimos años, nuevos espacios para la intervención social.
En los territorios la ausencia del estado y las practicas cotidianas de ilegalidad e informalidad, crearon otras formas – no legales – que develan aspiraciones y expresan la búsqueda de satisfacer necesidades y luchar por el acceso en igualdad a derechos y oportunidades. Hay muchas experiencias que nacieron del seno de las comunidades y hoy son herramientas vitales para la construcción de ciudadanías más incluyentes y plurales, entre ellas podemos resaltar: • Las asambleas como un espacio para dialogar, concertar, decidir y celebrar juntos. • la construcción de memoria oral a través de la oralidad y del arte (la música, la danza, la comida). • las relaciones simbólicas con la naturaleza y una concepción del entorno como hábitat – territorio y no como recurso. • la artesanía, las maneras de representar el tiempo, el usos de plantas medicinales. • El trabajo cooperativo y colaborativo. Estas acciones, se han convertido en estrategias deliberativas para construir con los otros y lo otro en una perspectiva horizontal y donde el conocimiento es parte de una construcción colectiva y no de una imposición externa, teniendo su mayor expresión en lo que denominamos: trabajo comunitario.
Al hacer una opción por esta forma de acción, en Caribe Afirmativo buscamos, en primer lugar, reconocer la importancia del trabajo comunitario en una perspectiva crítica e intercultural, donde el enfoque de género y la perspectiva intersecciones sirven de cartas de navegación para construir con los otros (personas LGBTI- sociedad Civil- Estado) y desde ellos (necesidades, problemáticas, sueños) acciones transformadoras desde lo local.
Para nosotros la intervención social es un espacio de interrogación, más que de verificación; una oportunidad para interrogar teorías desde realidades particulares y poner en cuestión sistemas de opresión como el capitalismo, el patriarcado, la homofobia; estos mecanismos históricamente los hemos naturalizado, justificado y convertido en asuntos cotidianos aproblemáticos como por ejemplo la naturalización de violencias hacia las mujeres o hacia personas LGBTI que son una deuda pendiente en todo el país, pero que en los espacios periféricos están aún en mora de visibilizar.
En la perspectiva de Karen Healy (2001, p. 20) el trabajo comunitario es una manera de interrogar las prácticas sociales, ponerlas en cuestión y así poder comprender, si lo que se ha venido haciendo e incluso todavía se hace, ha conducido a la transformación o al mantenimiento y reproducción de desigualdades y formas históricas – sistemáticas de exclusión y discriminación. De esta manera, la intervención social comunitaria debe transitar a un espacio crítico y activista, que pone el debate en un accionar emancipador en “un trabajo social antirracista y multicultural, trabajo social antiopresor y antidiscriminativo, trabajo social feminista…” (Healy, 2001, p. 13).
Nelia Tello (2010) considera que la intervención social debe concebirse como un ejercicio fundamentado, transformador y sobre todo, participativo. En ese sentido afirma que es “un ejercicio fundado en el conocimiento, con una intensión y un sentido dado con la interacción con el otro y que si no se tiene en cuenta el sujeto…” no es intervención con sentido. (Tello, 2010, p. 62) por un sistema de comprensión social constituido por cuatro dimensiones:
- Cambios contextuales.
- Diversas perspectivas de teorías sociales.
- Enfoques epistemológicos.
- Marcos éticos.
Frente a los cambios contextuales, es vital la construcción horizontal de la historia de los sujetos, de sus realidades intersubjetivas, su manera de interpretar su mundo; sin desconocer las dinámicas sociales frente a como se ejerce el poder, se controlan los cuerpos, se resiste y se lucha; el análisis de las tensiones y contradicciones es vital para no caer en miradas instrumentaliza- doras del otro.
Con relación a la diversidad de teorías sociales, es fundamental reconocer la polifonía en las diversas disciplinas, sus diálogos y divergencias. El derecho, las ciencias políticas, el trabajo social, las artes, y demás disciplinas, se constituyen en cartas de navegación que permiten construir horizontes con fundamento riguroso frente a la compleja comprensión social, recapturando la tensión existente entre la teoría y praxis.
Los enfoques epistemológicos comprensivos y críticos permiten develar intersubjetividades y problematizar y/o poner en cuestión acciones históricas de discriminación, violencia y exclusión hacia todo aquello que se considera diferente o por fuera de la norma “naturalizada”.
Lo ético como marco, permite el rescate de la intersubjetividad, las singularidades y los diálogos entre teoría y praxis pone en debate modelos y protocolos preestablecidos que esterilizan el quehacer y cosifican el otro en tanto sujeto. En este sentido, la invitación es potenciar intervenciones polifónicas que rompan con determinismos y lógicas binarias y opresoras. Un marco ético donde el Otro deja de ser el otro, y se reconoce como un sujeto de derechos en un Estado Social de Derecho.
En sintonía con estos planteamientos, en Caribe Afirmativo, concebimos el trabajo comunitario, en tanto intervención social, como una compleja trama de acciones organizadas e intencionadas para buscar transformar pacíficamente conflictos, buscar fracturar imaginarios cargados de prejuicio social y potenciar acciones deliberativas y emancipatorias con y desde las personas LGBTI, en diálogo intercultural con la sociedad que habitan y el estado que legitiman y desde allí reconocer los derechos desde un enfoque de género y en perspectiva de diversidad sexual y de identidades género.
Cabe señalar que concebir el trabajo comunitario con y desde el otro, en una concepción abierta, en ningún momento hace referencia a un relativismo donde todo o nada vale; por el contrario, es potenciar un diálogo intercultural, donde cada persona se sabe depositario de una valiosa tradición y experiencia de vida, que espera poder enriquecer con los aportes de los otros. Lo anterior implica potenciar escenarios educativos para desaprender el miedo a la diferencia y la percepción de las identidades de género y orientaciones sexuales no heteronormativas, como amenazas. Es necesario también, tener una mirada crítica que reconozca que el dialogo intercultural se presenta en escenarios de conflicto y prejuicio social que obliga a poner los derechos como un asunto de exigibilidad y no los juicios morales o los pensamientos del grupo mayoritario, pues la sociedades como mecanismo de protección de sus identidades esencialistas, se resisten a los cambios.
Buscamos así, potenciar un trabajo comunitario que permita una intervención social, con capacidad de reconocer la movilidad e intersubjetividad en la construcción de lo social, fomentar espacios de intercambio, reconocimiento del Otro, con capacidad para establecer relaciones horizontales, equitativas, comprometido con la promoción de espacios de construcción de ciudadanías y fortalecer una cultura de respecto a los derechos humanos en la pluralidad y diversidad.
Para Caribe Afirmativo hay unos retos y apuestas claves para una intervención social más dialógica y trasformadora.
- El trabajo comunitario debe posibilitar y potenciar la articulación de procesos, innovar, escuchar y trabajar la diversidad sexual y de género, desde y con esos sujetos que aparecen ante nosotros y a los que no podemos hacer a un lado o peor aún re victimizar considerando su orientación sexual, identidades, expresiones de género y prácticas sexuales diversas como patologías que debemos corregir o peor aún, ignorar al guardar un silencio cómplice y reproductor de la injusticia.
- Es fundamental problematizar las relaciones con el otro en tanto sujeto y nunca como objeto, por ende las metodologías deben ser participativas, horizontales y en sintonía con las experiencias particulares.
- Las personas LGBTI en los territorios nos dan la oportunidad de un encuentro para develar tensiones y contradicciones, pero también para reconocer cosmogonías menos racionalista y ontologías más relacionales.
- Creemos fundamental construir con las personas una interrelación de reconocimiento que les permita presentar a ellas mismas sus historias e intereses y desde su cotidianidad nos permiten reflexionar conjuntamente sobre sus saberes y conocimientos.
- Debemos participar en las actividades que proponen las personas, en sus conversaciones y desde esos diálogos responder nuestros interrogantes. Siendo capaces de describir toda la complejidad que encontramos en su cotidianidad, en tanto nos sea posible, no reducir sus relaciones solo a nuestro interés u objeto, develando sus estrategias, negociaciones y esas otras luchas que no se han tomado en cuenta.
Para finalizar, De acuerdo con Langarita (2016), El primer reto que le impone a la intervención social, la diversidad sexual y de género, es renovar los discursos y ser capaces de trabajar con y desde las personas LGBTI, reconociendo sus historias particulares y colectivas, generar discusiones y tomar acciones pertinentes frente situaciones de discriminación y exclusión que contribuyen a la naturalización de la homofobia y transfobia. Y el segundo reto es apostarle en el campo de la diversidad sexual y de genero a un trabajo comunitario, interinstitucional, que potencie el desarrollo de investigaciones cualitativas y sistematizaciones de experiencias para fundamentar espacios y estrategias metodológicas que permitan discutir, trabajar, socializar, compartir y conversar siempre con las personas la diversidad sexual y de género como dimensión de la vida humana pero sobretodo como una parte de la construcción política, biológica, social, cultural y económica que está en constante trasformación como otras dimensiones sociales que sin temor alguno se han estudiado.
Wilson Castañeda castro
Caribe Afirmativo