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Riesgos de personas con VIH frente a pandemia del COVID-19

5 de abril del 2020. El pasado 6 de marzo del presente año, en Colombia, se reportó oficialmente el primer caso diagnosticado de COVID-19. Días después, el 11 de marzo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) caracterizó como pandemia a la infección por este virus, luego de evaluar y monitorear los niveles alarmantes de propagación y gravedad de este nuevo coronavirus.

En consecuencia, las personas que viven con VIH, organizaciones de la sociedad civil y las redes regionales tomaron las medidas preventivas necesarias para reaccionar de manera rápida y efectiva para así minimizar la exposición y prevenir la infección por el COVID-19.

Por su parte, el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) afirmó que “los gobiernos deben respetar los derechos humanos y la dignidad de las personas afectadas por COVID-19. La experiencia adquirida con la epidemia del VIH puede aplicarse a la lucha contra este virus. Al igual que en la respuesta al SIDA, los gobiernos deben trabajar con las comunidades para encontrar soluciones locales. Estas poblaciones están siendo afectadas por el aumento del estigma y la discriminación como resultado de la pandemia de COVID-19”.

Lo anterior permite pensar en la inmediata creación de ideas de apoyo humanitario, entrega de paquetes e insumos de protección, y la planificación y ejecución de estrategias de comunicación con contenidos de no estigmatización ni xenofobia.

Por eso se hace necesario, además, monitorear la situación de las personas que viven con VIH para proporcionar una respuesta oportuna a sus necesidades durante esta pandemia, recopilando informaciones sobre el acceso integral a tratamientos antirretrovirales, identificación de acciones regionales y nacionales en relación con la ayuda integral necesaria para las personas. Y, elaborar una plataforma de acompañamiento y comunicación con las personas que viven con VIH en los diferentes territorios para relevar datos y ayudar en la solución de temas tales como: falta de medicamentos, falta de alimentos, necesidad de contención o acompañamiento emocional, y/o ante la aparición de síntomas compatibles con la infección por COVID-19, además del impacto social que produce el estigma y discriminación hacia las personas afectadas por este virus.

También se ha recomendado:

  • Incidir en la inclusión de las personas con VIH y poblaciones clave en las ayudas humanitarias.
  • Articular esfuerzos con las agencias de las Naciones Unidas (ONUSIDA, OMS/OPS).
  • Acceso a modalidades de atención que eviten su exposición, teniendo en cuenta a las personas con compromiso inmunológico.

En esta medida, una persona que vive con VIH y que se encuentre con carga viral no controlada y defensas menores a 300 CD4, al contagiarse con COVID-19, sus efectos podrían ser de mayor gravedad; lo mismo aplica para personas con enfermedad pulmonar, enfermedad cardíaca, diabetes, cáncer o un sistema inmunitario debilitado por diálisis; por ello, se hace necesario que los programas detención a cargo de IPS públicas y privadas garanticen lo siguiente:

  • Consulta médica por telemedicina o consulta domiciliaria y sus respectivos exámenes de control.
  • Garantizar por parte del operador o aseguradora el abastecimiento multimensual de medicamentos antirretrovirales (tres meses o más). Se recuerda que las EPS tienen prohibido cobrar a los usuarios algún valor por esto, aquellas que incurran en el cobro deben ser denunciadas a la Supersalud, Superintendencia Nacional de Salud.
  • Entrega domiciliaria de medicamentos para evitar la exposición en centros médicos o intrahospitalarios.
  • Esforzarse en mantener sistema inmunológico estable, con ello se disminuye la posibilidad de efectos graves en caso de contagio con el virus del COVID -19.
  • Hacer parte de redes de apoyo psicosocial y redes sociales de forma remota para mantenerse en contacto y mentalmente sanos. La salud mental cobrará gran relevancia en esta época de crisis.
  • Ser selectivos/as con las fuentes de información. Recomendamos las fuentes oficiales para informarnos acerca de la pandemia. Existe alto número de noticias falsas en las redes, lo que puede llegar a ocasionar estrés y depresión.

Por último, estamos en emergencia sanitaria y además alimentaria, pues por las restricciones actuales de circulación y autoaislamiento, los trabajos informales que ejercen la mayoría de poblaciones claves no se pueden desempeñar, desencadenando a mediano plazo una crisis social y económica que ahondara en la pobreza, incrementará vulnerabilidades y aumentará los riesgos en salud pública de estas poblaciones, poniendo en vilo el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible en los países en vías de desarrollo.