31 de marzo del 2021. Desde CARIBE AFIRMATIVO queremos conmemorar el día de la visibilidad trans contando la razón histórica de este día y los perfiles de hombres y mujeres trans que se han destacado por su activismo en el Caribe Colombiano.
El día de la visibilidad trans surge gracias a la activista Rachel Crandall[i], quién fundó la organización Transgénero de Michigan en 2009 y fue la gestora de esta fecha conmemorativa. Siendo así un día dedicado a tomar conciencia y reflexionar sobre las condiciones de vida de las personas trans, y a su vez es una fecha que invita a la sensibilización en contra de la discriminación hacia personas trans en todo el mundo.
Rachel Crandall es una mujer trans, que durante años se ha dedicado a luchar por los derechos de personas como ella. Actualmente es una activista y la fundadora de la organización denominada Transgender Michigan, la cual aporta recursos y apoyo a la población trans de esta localidad.
Durante toda su vida, esta mujer ha tenido que luchar contra la discriminación y los convencionalismos de una sociedad que nunca entendió lo que le ocurría. Desde muy niña tuvo que enfrentarse a duros desafíos que la acompañaron en el transcurso de toda su vida, teniendo que asumir una sexualidad que no correspondía a sus necesidades e intereses personales.
Liderazgos de hombres y mujeres en el Caribe Colombiano
A continuación, se encuentran los perfiles de aquellas personas del Caribe Colombiano que con su historia como hombres y mujeres trans, han sido ejemplo de lucha y resiliencia, en especial porque se han revelado contra todo estereotipo y han decidido mostrar que existen maneras de ser y de amar diversas.
Diana Navarro, Barranquilla (Atlántico)
Diana Navarro nació en Barranquilla y después de graduarse de bachiller y haber aprendido un poco de peluquería, cogió sus ahorros y se instaló en la capital. Diana soñaba con un mundo rosa en el que solo tendría que estudiar, trabajar, conseguir un marido y formar un hogar, pero se estrelló con puertas cerradas en el mundo de la estética y una necesidad tan grande que la llevó a dedicarse inicialmente al trabajo sexual.
Se escondió durante un tiempo porque era menor de edad y sus padres la estaban buscando, pero cuando cumplió 18, volvió a su casa y se presentó como Diana, desde ahí se habla con su familia a cada rato, “si no llamo a saludar, me regañan; me cuidan más que a mis hermanas”. Diana siguió dedicándose ejerciendo como trabajadora sexual y cuando pudo ahorrar el dinero suficiente se mudó a Medellín para estudiar Derecho.
Ha trabajado como secretaria de importantes entidades que velan por los derechos de las mujeres trans y, aunque siempre está de primera en la fila cada vez que la posibilidad de una reforma legislativa se vislumbra en el maremoto burocrático, también se ocupa de cualquier persona que se encuentre en situación de riesgo por su oficio o su género. A Diana le gusta saltar las líneas del piso, uno de sus sueños es aprender a coser para hacer su ropa y busca continuamente El niño que pudo volar, una película de Disney que no ha olvidado.
Por su trabajo como activista, Diana dejó la prostitución hace años, aunque para ella no significa un avance; al contrario, dice que se encuentra en licencia temporal. A pesar de que en su día a día le toque presenciar abortos, violaciones y estigmatizaciones hacia la población trans, ni siquiera ha pensado en la posibilidad de alejarse de ese mundo. Que hay crímenes, los hay; pero afirmar que el barrio Santafé en Bogotá, en el cual vive con su hijo adoptivo, es el más peligroso resulta precipitado y absurdo, y de alguna manera justifica la indiferencia social ante una sociedad para unos pecadora, para otros trabajadora[ii].
Madonna, Maicao (La Guajira).
Madonna fue la primera mujer trans que salió a las calles de Maicao, pese a todos los comentarios y miradas inquisidoras de la gente de su pueblo. Se fue a estudiar peluquería a Bogotá y regresó siendo una mujer que con su activismo se destacó tanto en su municipio como en su región.
Fue activista y lideresa social que salía a las calles a dar charlas de educación sexual, con megáfono, condones y un vibrador en sus manos. La fortaleza de su carácter impidió que se dejara afectar por los comentarios negativos de los demás, de hecho no les ponía atención porque siempre fue consiente que esas palabras provenían de la ignorancia.
Cuando comenzó la crisis en Venezuela, su casa se convirtió en centro de acogida para mujeres trans venezolanas que ejercían el trabajo sexual. Ella les brindó apoyo, seguridad y guía para respetar sus derechos y cuidarse en el ejercicio de su trabajo. Les dio fortaleza para soportar la xenofobia y les mostró sororidad al aconsejarlas y recibirlas en su casa.
Muchos la recuerdan como una mujer serena, comprometida y firme frente a sus decisiones.Luego de su muerte en 2019, su casa hace parte de las Casas de Paz de Caribe Afirmativo, siendo esta la Casa de Paz de Maicao, que continúa con su legado al ser espacio de construcción de paz y hogar para personas LGBT en el territorio.
Nico Bigotín, Barranquilla, (Atlántico).
Comunicador social y periodista de formación e Ilustrador y animador empírico que ha dedicado al artivismo durante los últimos años. Entendiendo el papel fundamental del arte como medio de expresión y resistencia de las personas con orientaciones sexuales y de género diversas. Fundador y miembro de Transgarte, colectivo de comunicaciones de personas trans y mujeres sexualmente diversas.
Transgarte, Medellín (Antioquia)
Medio de comunicación independiente que tiene como objetivo ofrecer una alternativa de interacción y comunicación de calidad promoviendo espacios propicios de participación en los ámbitos culturales, literarios, jurídicos, educativos y artísticos entre la población diversa y la sociedad en general.
Taliana Gómez, Santa Marta, Magdalena
Fue la primera mujer trans elegida en 2019 por voto popular en la capital del Magdalena.
En 2001, su padre fue asesinado por los paramilitares del Bloque Resistencia Tayrona, al mando de Hernán Giraldo. Ella y su familia tuvieron que huir de Santa Marta porque fueron víctimas de amenazas. Taliana se fue para Barranquilla, pero al año siguiente retornó a su ciudad natal y se convirtió en empresaria. Abrió su propio salón de belleza y empezó a ser reconocida como estilista.
En 2007 empezó su proceso de transición de hombre a mujer y sus colegas la bautizaron con el nombre de Taliana, en homenaje a la exvirreina universal de la belleza, Taliana Vargas.
Estudió la carrera técnica de asistente administrativo y en 2016 trabajó en la oficina del Sisbén de la Alcaldía de Santa Marta. Luego decidió cursar una carrera profesional en la Universidad del Magdalena. Tras aprobar el examen de admisión se convirtió en la primera mujer transgénero en ingresar a una universidad pública en el país y ahora es una abanderada de la política de inclusión en la institución.
Su incursión en la política fue hace siete años, cuando también aspiró a ser edil de la Localidad 2, pero no le alcanzaron los votos (600 en total) para obtener una curul.
Natalia Orozco Espitaleta, Cartagena, Bolívar
Nathalia Orozco Espitaleta[iii] nació Cartagena en octubre de 1994, en el seno de un matrimonio conservador que dio a luz a cuatro hermanos: un niño y tres niñas, solo que en aquel entonces todavía no lo sabían. A ella, la menor de la casa, la criaron para ser un hombre. Esto le significó que desde temprano se cuestionara permanentemente su condición, sobre quién era y por qué era así. Siempre se sintió distinta y no entender la razón en ese tiempo, más en medio de un ambiente de violencia intrafamiliar, se convirtió en la búsqueda de su arquetipo vital.
Su niñez estuvo signada por la rudeza propia con la que se suelen criar a los varones en nuestras sociedades patriarcales, las cuales inculcan valores ambiguos como la fortaleza y autonomía de los hombres en contraste con la debilidad inherente atribuida a las niñas. «La mía fue una infancia un poco vacía en cuanto a cómo yo me identificaba y a cómo me tocaba actuar en público, en la escuela y delante de la familia», confiesa quien hoy en día es psicóloga y defensora de los Derechos Humanos especializada en la población LGBTIQ+, «la realidad que podía percibir no se ajustaba a lo que yo tenía en mi cerebro».
En la medida en que crecía, Nathalia fue viviendo lo que ella define como una adolescencia abrupta y fuerte, pero fue ese el tiempo en que empezó a investigar sobre los procesos y cambios a los que iba a someterse, pues entonces ya estaba completamente segura de que iba a ser una chica, pese que no contaba aún con el visto bueno de su familia.
Antes de entrar a estudiar psicología en la Fundación Universitaria Tecnológico de Comfenalco, año 2012, se había presentado para ser suboficial en la Escuela Naval de Cadetes Almirante Padilla. Era una respuesta al deseo de sus padres de tener un hijo en esa institución, pero el plan de Nathalia se convirtió en otro: «Era hacer felices a mis padres o hacerme feliz a mí misma, y yo quería ser una chica, me sentía que era una mujer».
Ya en la universidad, la trágica pérdida en un accidente de quien fuera su primera pareja y la persona que la impulsó a dar rienda suelta a su transformación física y social, determinó la firmeza de su propósito íntimo. En medio de una conmoción tal que le causó parálisis corporal y facial, tres días después fue a tomarse la foto para la cédula, en la que se identificó como Nathalia Orozco Espitaleta, una mujer trans decidida a luchar con amor por sus derechos y por los de otras personas que, como ella, han obtenido un apoyo de la sociedad y de su entorno más cercano.
Un foro organizado en mayo de 2017 por la Corporación Universitaria Rafael Núñez cambió su ruta de manera crucial. A este fue invitada como ponente junto con otras dos personas trans, eran un par de mujeres y un hombre. Se llamó Transformando ideas, y fue justamente ese el primer espacio en que su papá la vio apropiada de su papel femenino y de lideresa, ataviada sin prejuicio con un poncho feliz que irrumpía de por sí en la estética canicular del Caribe; era un día lluvioso y a ella no le importó, pues ha sido amante de los ponchos adonde quiera que ha ido. Era su momento y era aquel su atuendo disruptivo.
A partir de eso, el proceso de reconocimiento familiar fue intenso, pero con el tiempo se redujo a la premisa ponderada de: «No es necesario que me entiendan, solo que me quieran tal y como soy», lo que al final desembocó en que su papá admitiera que no importaba la decisión que ella tomara, siempre iba a ser su hija menor.
Nathalia, aquel individuo incomprendido y violentado desde sus primeros años por su identidad de género, resultó ser la primera persona profesional de su círculo familiar y hoy en día se desempeña como psicóloga del Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena (IPCC), viniendo de liderar un proceso capital para la ciudad en la Secretaría de Participación y Desarrollo Social manejando el programa de Diversidad Sexual del Distrito. Allí logró convertirse en una cara visible para la población LGBTIQ+, y aportar sus conocimientos en aras de promover la política pública de diversidad sexual en Cartagena.
«Creo que los Derechos Humanos son el respaldo que nos permite salir a la calle, poder enfrentarnos a múltiples situaciones y seguir apostándole a una sociedad que en algún momento nos ha excluido pero que, hoy en día, tenemos un carácter tan contundentemente formado, que hemos adoptado posturas y posiciones relevantes para salir a la lucha social», afirma la psicóloga con entusiasmo.
[i] Tomado de: https://www.diainternacionalde.com/ficha/dia-internacional-visibilidad-trans
[ii] Tomado de: https://www.bacanika.com/seccion-historias/una-puta-dama.html
[iii] Tomado de https://www.ipcc.gov.co/index.php/cultura/la-vitrina/item/1037-el-camino-de-una-mujer-lideresa-en-cartagena