“Explosión de Género Afirmativo” es un grupo de apoyo de la Casa de Medellín que trabaja por el fortalecimiento y la reflexión de la agenda LBPT (mujeres lesbianas, bisexuales, pansexuales y transgénero). En sus actividades y encuentros buscan visualizar acciones y agencias políticas dirigidas a posicionar y visibilizar la importancia de esta agenda.
18 de mayo de 2023. En el marco de la conmemoración de la visibilidad de las experiencias lésbicas, el grupo “Explosión de Género Afirmativo” se reunió a conversar y reflexionar alrededor de las experiencias lésbicas desde la visualización de la película “Elisa y Marcela”, en estrecha relación con la movilización del 8M. Como resultado de ello, las críticas que surgieron sobre la película “Elisa y Marcela” estuvieron conectadas con reflexiones pasadas de la marcha del 8M, ya que hubo ciertos patrones que se vieron reflejados en ambas situaciones.
La película termina reproduciendo normas y hegemonías sociales, mostrando cuerpos estereotipados de mujeres que a lo largo de la historia han sido considerados objeto de deseo heterosexual por parte de los hombres. Esto es, ilustrando cuerpos prototípicos que siguen la forma de lo socialmente impuesto de “cómo debe ser una mujer”. Es importante reconocer que se trata de una historia desarrollada en un contexto europeo que termina por desconocer distintas intersecciones y opresiones que se imprimen en los cuerpos de diferentes mujeres.
La realidad y el destino de esta pareja hubiese sido muy distinto en caso de que fueran indígenas, negras, con expresiones de género masculinas, entre otras. Además, diferentes orientaciones sexuales como la pansexualidad o bisexualidad terminan por ser invisibilizadas, ya que siempre se brinda protagonismo a las totalidades de lo gay, lo lésbico o lo trans. Pocos espacios sociales o películas se disponen a explorar más allá de las casillas construidas hasta el momento.
Por otro lado, cuando hablamos del movimiento feminista y concretamente de la marcha del 8M, nos encontramos con problemáticas similares. La pregunta por la sujeta política del feminismo suele responderse con una categoría universal que comparte una supuesta identidad femenina: “la mujer”. Sin embargo, a lo largo de los años, se ha ido reflejando que esta definición resulta tanto normativa como excluyente porque evidencia privilegios de clase, raza, orientación sexual o identidad de género.
Es allí donde se fundamentan las críticas de que el campo de acción del movimiento no puede reducirse a la mujer clase media/alta, blanca, heterosexual y cisgénero. Por lo anterior, urge que el movimiento feminista sea una esfera abierta no solo para “la mujer” sino para todas las mujeres sin importar las intersecciones que atraviesen sus cuerpos. Es imposible definir de forma única, estática y coherente lo que se entenderá por la categoría de sujeta del feminismo porque no se puede definir lo indefinible. El diálogo y la conversación debe permanecer siempre abierta en aras de acoger la heterogeneidad, las fisuras, rupturas y divisiones.
En la marcha del 8M se continúa afirmando que debe haber separatismo feminista en estos escenarios, pues los hombres suelen habitar estos espacios para violentar, burlarse o morbosear a las mujeres. Se trata de un espacio que tiene que ser apropiado como seguro y tranquilo. Ahora bien, esta discusión debe llevarse con cuidado porque las disidencias sexuales y los feminismos se encuentran interconectados. Debe haber respeto hacia aquellos cuerpos que no se identifican con el género masculino porque la exclusión debe dirigirse hacia figuras simbólicamente patriarcales y no únicamente hacia cuerpos con sexo masculino asignado al nacer.
Sin embargo, esto puede no cumplirse para las mujeres trans porque en ocasiones los espacios feministas no se constituyen en un espacio seguro para ellas. Dentro del movimiento algunas feministas excluyen, discriminan y violentan a las mujeres trans, desconociendo y vulnerando sus identidades y expresiones de género. Lo anterior se hizo latente en Medellín cuando solicitaron a mujeres trans trabajadoras sexuales en el marco del 8M para que fueran una barrera de defensa en contra del ESMAD. Esto fue altamente violento porque además de sus vulneraciones diarias, las expusieron a violencia directa por fuerzas armadas.
Aunque todo lo anterior ocurre dentro de la marcha, la sociedad de forma externa suele ejercer violencia y malos tratos hacia las manifestaciones feministas en general por los daños que se realizan en bienes públicos y privados. Afirman que no es la forma porque estas acciones no mejoran nada sino que pueden entorpecer la consecución de derechos. Con todo, es importarnos preguntarnos ¿por qué no podemos mantener nuestra digna rabia?, ¿por qué no hay derecho a la defensa para nosotras las mujeres? Los hombres han sido los únicos que han estado legitimados para dañar, incendiar y hacer la guerra a lo largo de la historia porque todas estas actividades han estado en cabeza de los machos.
Por último, tanto el 8 de marzo como el 26 de abril son días conmemorativos en los que se evidencian privilegios a la hora de poder habitar estos espacios. Vivir estos días sin limitaciones de tiempo, de trabajo, de obligaciones de cuidado o de discapacidades físicas o mentales es muestra de una sociedad que aún no se cuestiona los lugares de enunciación de la movilización social. Será necesario imaginarnos otros lugares posibles que sean más amplios y con mayor capacidad de acceso para una incidencia inclusiva.
Para este fin, podríamos comenzar con dejar de repetir los mismos patrones que normativizan nuestros cuerpos, nuestros pensamientos y nuestros movimientos sociales, resistiéndonos a permitir que se entreguen al consumismo, a los estereotipos y a la mercantilización. Debemos ser conscientes de que todavía hay mujeres que quedan fuera porque no se sienten cobijadas con lo construido e impuesto hasta el momento dentro de los movimientos. En últimas, se trata de construir sociedad más allá y desde otros lugares políticos que permitan los privilegios comunes de la compañía y la juntanza.