Anualmente, cada 31 de marzo, se celebra, en conmemoración a las personas trans y la sensibilización en contra de todo tipo de discriminación que padecen a nivel mundial, el Día Internacional de la Visibilización Trans.
Según las colectivas y organizaciones feministas que trabajan con mujeres trans, lesbianas y bisexuales (LBT) en el Caribe colombiano, como la Corporación Caribe Afirmativo, se destaca que “este día nace en el año 2009 a partir de las luchas y resistencias de las personas transexuales, transgeneristas y travestis, que desde su presencia marcan una apuesta política ante las violencias del sistema heteropatriarcal que dirige, controla y determina cómo se debe ser”.
Once años han pasado desde que se estableció esta fecha y es notable que aún podemos evidenciar la necesidad de visibilizar a esta población. A su vez, continuamos encontrando que los prejuicios y tabúes siguen interiorizados por la sociedad, sin ser cuestionados profundamente.
En este orden de ideas, cabe mencionar que no todo acto de violencia hacia mujeres LBT es motivado por el prejuicio, pero aun así las autoridades como la fiscalía o la policía judicial deben contemplar la hipótesis de que el hecho fue motivado en el prejuicio y las investigaciones de los casos deben orientarse a recolectar los elementos necesarios para verificar, o no, tal hipótesis.
Por lo anterior, las colectivas y organizaciones que trabajan en el reconocimiento de los DDHH de mujeres LBT y en la desnaturalización de todo tipo de discriminación hacia éstas, emitieron un comunicado dirigido al Estado donde exponen y exigen lo siguiente:
– Garantizar la aplicación del enfoque diferencial en todos los procesos, acciones y/o estrategias aplicables a la atención de personas trans.
– Promover la participación de personas trans en espacios de vocería ciudadana, para que estas tengan voz y voto dentro de los movimientos sociales y políticos.
– Crear espacios de formación a funcionariado público para la óptima investigación, seguimiento y judicialización de casos de violencia o feminicidios a mujeres trans.
– Garantizar el goce total del espacio público, lo cual incluye capacitar al personal policial, quienes deben convertirse en figuras de seguridad, más no, perpetradores de violencia.
– Fomentar la inclusión de personas trans a la educación primaria, secundaria y de carácter superior, siendo este un precedente para incluir dentro de manuales de convivencia y reglamentos escolares políticas de cero discriminación.
– Garantizar el cupo laboral trans o la promoción de estrategias para que las personas trans puedan acceder al trabajo.
Asimismo, es importante recordar que la situación de las personas trans es alarmante en muchos países de América incluso del entorno europeo y que en general queda mucho por lograr en cuanto a legislación y respeto de las identidades disidentes.
Como, por ejemplo, Nicaragua donde hace más de 15 años las personas trans han salido a las calles y han participado en un gran número de manifestaciones tales como: marchas, foros, obras teatrales y plantones que les han permitido visibilizarse. No obstante, se les ha negado participar en otros escenarios, debido al persistente prejuicio hacia ellas.
Por consiguiente, las personas trans al ser una de las poblaciones más vulneradas en Nicaragua, decidieron hacer un llamado a medios de comunicación e instituciones públicas y privadas para exponer sus necesidades y problemáticas, las cuales, han sido escuchadas, pero no cumplidas, ya que persiste una ausencia de leyes a favor de las personas trans. A esto se suma que la ley de identidad de género que se estaba trabajando desde el 2012, en conjunto con la Procuraduría de DDHH y PNUD sufrió un estancamiento, quedando congelado el proceso.
Así como sucede con el reconocimiento de la identidad existen otras fallas como el derecho al trabajo digno y bien remunerado. En Nicaragua existen mujeres trans abogadas, ingenieras, comunicadoras, trabajadoras sociales, licenciadas con títulos universitarios que en lugar de ejercer su profesión trabajan como vendedoras, recepcionistas en call center o bien el legendario y reconocido trabajo sexual.
Lo anterior se enmarca en una situación de violencia por prejuicio, donde las personas trans siguen siendo agredidas física, psicológica, verbal, sexual y socialmente por familiares, vecinos, maestros y demás personas que las rodean. Y además, preocupadas porque que sus denuncias ante la ley no reciben el debido seguimiento considerándolas culpables antes de evaluar los hechos. La mayoría de los casos han quedado impunes y, a su vez, el sistema judicial desconoce y no sabe quiénes son las personas trans.
Solo en el primer trimestre del presente año 2020, la Asociación Nicaragüense de Transgénero, ANIT, ha reportado 10 casos de agresiones violentas a mujeres trans, los cuales como se mencionó anteriormente no han tenido el debido seguimiento por parte de las autoridades competentes, quienes no brindan la suficiente ayuda o respaldo.
CÓMO LAS PERSONAS TRANS ESTÁN VIVIENDO LA CRISIS MUNDIAL DE LA PANDEMIA DEL COVID-19
Teniendo en cuenta que, la mayoría de las personas trans trabajan en las calles, son consideradas como una de las poblaciones más vulnerables debido a que están expuestas al contacto físico y aseguran no poder estar en aislamiento obligatorio porque deben buscar recursos para subsistir.
En Nicaragua, no existen medidas de protección. Las personas trans viven una crisis política y económica que las está afectando; a su vez, la falta de medidas de protección como mascarillas, guantes, alcohol u otro tipo de material desinfectante, son elementos que las trans no pueden adquirir por falta de recursos económicos y elevados precios de los mismos.
El Gobierno de Nicaragua ha dicho que no se debe temer al virus ya que el país está preparado para combatir la pandemia; no se han reportado más de cuatro casos y 1 muerte por el Covid-19. Esta situación ha afectado psicológicamente a las personas trans, quienes estresadas, somatizan y experimentan síntomas aun sin padecer la enfermedad.
*Artículo elaborado con apoyo de Ludwika Vega, presidenta de la
Asociación Nicaragüense de Transgéneros, ANIT.